domingo, 19 de octubre de 2014

EL ESPÍRITU SANTO EN LOS SACRAMENTOS





El Espíritu Santo se hace presente en nuestra vida, en cada uno de los sacramentos. Él reparte cada uno sus dones como quiere. Si es verdad que Él actúa en todas las criaturas desde la creación del ser y de la vida, sin embargo Él logra, de modo especial, en el interior de la Iglesia y, dentro de ella, los sacramentos son un lugar privilegiado. Cada uno de ellos es obra del Espíritu Santo porque, siendo el principal don del Padre y el Santificador,  el autor de la gracia y transformador de nuestro corazón en templo de Dios, es natural que los sacramentos que Cristo nos ha dado obren en nosotros por la presencia del Espíritu. La Eucaristía es, ante todo, el signo de la acción de la tercera persona de la Trinidad, pues este sacramento es en la Iglesia peregrina, su obra maestra.


El Sello del Espíritu:


El Espíritu se llama "Santo" porque su misión principal es santificar, es decir elevar a los seres humanos a la vida de Dios. Por ello a Él se le atribuye todos los dones de la gracia. Más aún, Él mismo, en persona, es la mayor gracia del Padre para nosotros. Por ello, en los primeros siglos de la Iglesia era tan común llamarlo "el Don del Padre". Él es quien distribuye todos los dones de Dios según quiere (1 Cor 12, 4-8). Por ejemplo, Él es aquel por el cual desde el bautismo podemos llamar a Dios "Abbá", es decir, "Padre" (Rom 8, 15). A Él a encargado Jesucristo conceder en la Iglesia el perdón de los pecados, por medio de los Apóstoles y sus sucesores (Jn 20, 22-23). En la Plegaria Eucarística lo invocamos, en primer lugar, para que consagre los dones que presentamos al Padre (el pan y el vino) convirtiéndolos en el cuerpo y sangre de Cristo; y, en segundo lugar para que congregue a todos los hermanos que participan, en una sola Iglesia (un Cuerpo) unidos a Cristo, su cabeza, que se ha hecho presente sobre el altar por acción del Espíritu.

Ahora, nos detendremos en lo que el Espíritu Santo realiza en los sacramentos.



  • EL BAUTISMO


Fuimos bautizados en el nombre del Espíritu Santo, y consagrados con la unción de su óleo sagrado para convertirnos en cristianos. Por esta obra del Espíritu, que en el momento de la Encarnación ungió a Jesús para convertirlo en Cristo (el Ungido), y en su Bautismo, para llamarlo a cumplir su misión profética, mesiánica y sacerdotal,  nosotros recibimos también la unción bautismal para llevar al cumplimiento en el mundo estos ministerios de Jesús, puesto que Jesús no se bautizó por necesitarlo (pues no era pecador), sino por nosotros.

En el ritual del bautismo, el presbítero inicia la bendición del agua con esta invocación: "Oremos, hermanos, al Señor Dios Todopoderoso, para que conceda a este niño la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo". Luego la bendice, con esta plegaria: "Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente, para que los sepultados con Cristo en su muerte, por el bautismo resuciten con Él a la vida". Al conferir el sacramento se reza la fórmula bautismal: "Yo te bautiso en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Enseguida, el bautizado es ungido con el óleo del Espíritu.



  • LA CONFIRMACIÓN


Suele tenerse como el sacramento por exelencia del Espíritu (aunque ya lo ha sido el bautismo), porque es la unción con el óleo santificado por Él y que lo representa, para reafianzarnos concientemente en la fe que, de ordinario, otras personas (nuestros padres y padrinos) confesaron en nuestro nombre al momento de nuestro bautismo. No se trata de un sacramento separado del primero; sino de un momento especial de nuestro crecimiento en la fe bautismal, como su plenitud y cumplimiento, consagrado por el Espíritu Santo. 

Por el sacramento de la confirmación (los fieles) se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquece con una fuerza especial del Espírtu Santo, y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras.

Al administrar este sacramento el Obispo (o su delegado) ora de la siguiente manera: "Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso y pidámosle que derrame el Espíritu Santo sobre estos hijos de adopción, que renacieron ya a la vida eterna en el bautismo, para que los fortalezca con la abundancia de sus dones, los consagre con su unción espiritual y haga de ellos imagen perfecta de Jesucristo". Luego, mientras impone las manos: "Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que regenerastes, por el agua y el Espíritu Santo, a estos siervos tuyos y los librastes del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos es Espíritu Santo Paráclito; llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y de piedad; y cólmalos del Espíritu de tu santo temor". Enseguida procede a la unción de cada uno de los candidatos " Fulano de tal, recibe por esta señal el don del Espíritu Santo".



  • LA RECONCILIACIÓN


Aunque el Hijo de Dios pudiera haberse hecho carne, aunque los seres humanos no hubiéramos pecado, de hecho sabemos que el Padre, en su plan salvador a favor nuestro, decidió su encarnación "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" en una situación de pecado; la gracia que se nos concede por el Espíritu es simpre a pecadores redimidos por Jesucristo. Este sacramento está, pues, de acuerdo con el fin de la encarnación, que es obra del mismo Espíritu. 

San Juan refiere como el Señor resucitado, al mostrarse en el cenáculo a los apóstoles, "al atardecer de aquel primer dia de la semana", soplo sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos" (Jn 20. 22-23). Nótese que el cumplimiento de este encargo hecho a Pedro por Jesús durante su vida pública 
(Mt 16, 19) es obra del Señor Resucitado por la acción del Espíritu Santo (Rom 8, 11); es decir, del Cristo Pneumático (osea, "lleno del Espíritu"). Desde ese momento la Iglesia ve el perdón de los pecados como obra de la teercera Persona. Por ello, en este sacramento no se trata solo de un perdón jurídico, sino de una acción pascual en la cual, por la obra del Espíritu Santo, el pecador alejado del Padre vuelve a encontrar su relación filial con Él, la cual desde el primer momento fue obra del mismo Espíritu (Rom 8, 14; Ga 4, 6).

Siendo el Espíritu el autor de la creación y de la vida en sus orígenes, es natural que Él mismo sea el autor de esta nueva creación y restauración de la vida plena.



  • LA EUCARISTÍA



El Concilio Vaticano II, en este aspecto, a marcado un hito de regreso a la antigua tradición de la Iglesia. La liturgia nos ofrece hoy muchos signos claros de esta actividad del Espíritu, en todas las nuevas plegarias Eucarísticas, (también llamadas Cánones o Anáforas), sobre todo en las dos eplícesis (es decir, invocaciones) al Padre para que envíes su Espíritu.


El primer momento es la invocación del Espíritu sobre las ofrendas: "Te pedimos, Padre, que envíes tu Espíritu sobre estos dones para santificarlos y convertirlos en cuerpo y sangre de Cristo". El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:


Cumplimos el mandato del Señor cuando celebramos el memorial de su sacrificio. Al hacerlo ofrecemos al Padre lo que Él mismo nos ha dado: los dones de su Creación, el pan y el vino, convertidos por el Espíritu Santo convertidos en el cuerpo y la sangre del mismo Cristo, así Cristo se hace real y misteriosamente presente.


El segundo momento, en el que podemos observar la acción del Espíritu de un modo muy particular, sigue a la consagración. de neuvo rogamos al Padre que envíe su Espíritu para dar la unión a la Iglesia, a fin de formar de estas personas, que viven dispersas, una sola comunidad eclesial entorno a Cristo su Cabeza ahí presente. Enseguida, cada una de las anáforas conmemora alguna obra particular del Espíritu Santo.


En torno a la Eucaristía se forma la Iglesia, porque el Espíritu la convocó el día de Pentecostés. También los Padres escriben por qué en la consagración se hace presente el cuerpo y la sangre de Cristo por obra del Espíritu. Suelen explicarlo con unas razones muy sencillas. Dice: Porque suya es la obra de la Encarnación.  Si la primera bajaba del Hijo de Dios a la carne es obra del Espíritu, es porque el plan del Padre siempre se realiza por su medio. La Eucaristía sigue el mismo plan salvador a favor nuestro que en la Encarnación tuvo arranque.



  • EL ORDEN



La ordenación de los Obispos, Presbíteros y diáconos, señala mediante varios elementos rituales la acción del Espíritu. ante todo, por la imposición de las manos, que indica la venida del Espíritu Santo sobre una persona que Él mismo a elegido, apra encargarle una misión a favor de su pueblo, y la gracia que lo confiere para que pueda cumplir ese cometido.


La elección misma de los ministros se tiene como una obra del Espíritu,  así como también el fecto de su servicio. San Pablo, por ejemplo, escribe que ha sido escogido "para ejercer el sagrado oficio del Evangelio de Dios, a fin de que la oblación de los gentiles sea agradable, santifcada por el Espíritu Santo" (Rm 15, 16).


Lo mismo significa la oración consacratoria, que ruega al Padre envíe su Espíritu sobre el ministro elegido. Enseguida, la ordencaión del Obispo y el Presbítero se consuman mediante la unción con el óleo del Espíritu. De manera que, a partir de ese momento, cualquier ministerio que los Presbíteros y Obispos ejercitan, no es sino un servicio a la obra del Espíritu Santo.



  • EL MATRIMONIO



Solo puede advertirse la obra del Espíritu si reflexionamos teológicamente en el significado de este sacramento, ya que su ritual, en este sentido, es pobre, por no decir deficiente. Sin embargo desde el punto de vista teológico, es muy clara la acción del Espíritu Santo, sobre todo por dos motivos:



  1. Desde los primeros siglos, siguiendo a San Pablo, solemos llamar al Espíritu Santo, el Espíritu de amor (Rom 5, 5). Su Don y carisma fundamentalmente es el amor, sin el cual no tiene solidez ninguna otra gracia (1 Cor 13). Es claro que el matrimonio es fruto del amor, y solo por este puede mantenerse unido. Desde el punto de vista del signo sacramental, el matrimonio indica la unión por amor de Cristo y de su Iglesia (Ef 5, 25-33), obra indudable del Espíritu: por eso la imagen para evocarlo como "alma" del Cuerpo Místico.
  2. Una finalidad principal de este sacramento es la procreación de la vida humana, que es una creación del Espíritu Santo. Los esposos colaboran con Él en esta actividad creadora y por eso se les llama procreadores.



  • LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


Finalmente, debemos descubrir la presencia del Espíritu santificador en nuestro hermano enfermo y débil, que necesita robustecerse en su fe (y si es posible también en su cuerpo agotado) por el poder de la Trinidad, que se le comunica mediante la unción del óleo consagrado por el Espíritu. 

Esta es la fórmula del Sacramento, que el sacerdote pronuncia mientras unge al enfermo o anciano: "Por esta unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo".

Sobre la acción sacramental de la Iglesia, que toma su origen en esta práctica de los apóstoles, enseña el Concilio de Trento: "La Iglesia entendió que la materia (de este sacramento) es el óleo bendecido por el Obispo; pues la unción representa, de modo muy apto, la gracia del Espíritu Santo, con la cual queda ungida inviciblemente el alma del enfermo".

Es natural que, siendo la vida humana un don del Espíritu (Gen 2 . 7), sea éste a quien se invoque cuando ella se a debilitado por la vejez o la enfermedad, mucho más cuando está en posible trance hacia la vida eterna, que también es gracia del Espíritu. Si el mismo Jesús se ofreció por el Espíritu al Padre, para purificarnos desde la cruz, es natural que el cristiano débil y enfermo se una a la misma oblación de su Señor, ofrenciendo con Él su propia vida al Padre: "!Cuanto más la sangr de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofrecio así mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas vuestra conciencia para rendir el culto a Dios vivo!" (Hb 9, 14).

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